Y ahí llega un día más bamboleándose torpemente con sus dos patas traseras. A ver si hoy aprecia más el regalo que tanto me ha costado conseguir. Se lo he dejado bien a la vista, justo donde desayuna todos los días. Mucho amor y cariño pongo yo de mi parte como para que me desprecie todos los regalos que le hago sin excepción alguna.

Bah, otra vez igual, gritos de terror, saltos y mi regalo que llega a la basura de nuevo sin reparos. Se ve que el ratón de hoy tampoco le ha gustado. Nada, me echaré una buena siesta a ver si esta tarde está de mejor humor y me da un poco de cariño.

Memorias de un gato

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